Viendo la tele de madrugada, a partir de las 2, uno queda atónito con la programación ofrecida por la mayoría de los canales. En la actualidad, se han puesto de moda los concursos en directo. “Noche de suerte” y títulos de calaña similar embaucan a los televidentes que aguantan frente su televisor a tales despectivas horas. Cambiando de canal y recorriendo la programación de la televisión pública, no tendremos más opciones que aguantar estos programas coñazo o, como no, la archiconocida tele-tienda, con sus repetitivos anuncios que pujan hasta penetrar en tu cerebro.
En mi opinión, “Noche de suerte”, por poner un ejemplo concreto, y todos los programas de similar índole, engañan y se ríen descaradamente de la gente. Suelen comenzar con algo de musiquilla rítmica para animar a un público medio dormido. Después, sale un presentador absurdo, que no para de hablar solo en medio de risas y aplausos generados por ordenador. Este simpático tipo te anima para que llames anunciando decenas de veces el número de teléfono. La verdad es que aburre de sobremanera.
El juego del concurso suele ser una verdadera estupidez. El presentador te reta para que formes palabras con distintas letras. La mayoría de las veces, la respuesta es clara como el agua. Esto les conviene, pues así la gente llama más y ellos ganan dinero a espuertas. A lo largo de la hora y media que suelen durar estos timos, imagino que los televidentes llaman sin cesar para ser retenidos en una centralita. Cuando la realización del programa se ha asegurado de que las ganancias son más que sustanciales, eligen a una de las personas en espera para que entre en directo. Sobre esta elección hay dos posibilidades: si el concursante ya había dado su respuesta con anterioridad a la espera, el concurso puede seleccionar a los que van a fallar. En el caso contrario, habrá posibilidades de premio. Lo más gracioso de todo, son esas cuentas atrás que ponen para que la gente crea que va a ganar el doble o triple del premio. El problema es que este método suele colar, y aquel individuo que estuviera dudoso de llamar, termina cayendo en la tentación, y todo para ser contestado por una maquina que dice lo siguiente “En este momento la centralita esta ocupada. Vuelva a intentarlo más adelante”. Claro, esa frase le cuesta al espectador un euro y medio. Vaya manera de ganar dinero. Increíble.
Pero la cosa no termina ahí. En ocasiones, el programa no reparte ni un solo euro. El premio se hincha durante toda la noche hasta alcanzar una buena cifra. El presentador anuncia la hora a la que entrara otro concursante para aumentar la emoción nuevamente. El concursante entra y falla. El proceso se repite hasta que, al final, cuando la solución es más que evidente, continúan entrando personas con respuestas absurdas, que se acaban de repetir o que no tienen sentido alguno. La causa es la larga espera en la centralita y la selección voluntaria del programa de individuos con respuestas ya dadas.
Todo esto conlleva a crear un ambiente viciado y corrompido que asegura las ganancias del programa. La suerte no tiene nada que ver, ya que todo esta manipulado. En vez de “Noche de Suerte”, debería de llamarse “Noche de Timos”.
La tele-tienda es otra historia. Ver una y otra vez esos repetitivos anuncios hipócritas que duran 15 o 20 minutos puede cambiar la percepción de la realidad de los espectadores. Ahora esta de moda ese aparato que te alarga el pene. Si lo que ofrece el anuncio es verídico, dentro de 10 años no existirán las pollas pequeñas, por lo que las grandes perderán su gracia.
Con otros productos, la tele-tienda también se burla de la gente. Aquellas publicidades que ofrecen adelgazar mediante un pequeño aparato que envía señales eléctricas a los músculos para masajearlos, son la mofa más grande que existe. La gracia aumenta considerablemente (si esto es posible) cuando salen las fotos del “antes y después”. En la primera, un hombre visiblemente barrigón, sacando panza a más no poder, sale en medio de la estampa mostrando su abrupto perfil. Su cara es triste y si uno se fija con atención, el pelo va despeinado con brío. En la segunda,supuestamente después de haber usado el aparato unos meses, sale posando el mismo señor, pero su sonrisa es alargada y su inmensa barriga cervecera ha sido sustituida por una tableta de chocolate perfectamente formada. Además, es posible que tenga aceite untado por el cuerpo y que el peinado este perfectamente colocado. Se le llama manipulación de la realidad, a parte de que la foto es falsa por si sola, ya que ese tipo no ha usado lo más mínimo el aparato. Su secreto, a la vista de todos, es el gimnasio, pero la gente se cree todo lo que ve. Ese es el problema.
Con todo esto quiero decir que a partir de cierta hora, dos o dos y media de la mañana, es mejor no ver la televisión pública. Lo suyo es ponerse una peliculita y dormirse gustosamente en mitad de la magia de ese maravilloso mundo que llamamos cine.
Escrito en 2007.

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