Estaba acostado,dormitando, y me di la vuelta hacia el lado derecho, su lado, para ponerme boca abajo, con la cara aplastada contra la almohada. Fue entonces cuando uno de sus pelos largos se pego a la piel de mis mejillas, recordándome, de súbito, lo mucho que la echaría de menos.
En el cuarto de baño, veo sus anaranjados pelos largos dispersos en el lavabo, como si estuvieran descansando en la pendiente curva de la porcelana morada. El mueble, repleto de decenas de botes de limpieza, cremas, utensilios de depilación, jabones, colonias, lacas, espumas y un largo etcétera, subrayan con claridad la presencia de una mujer, la misma a la que yo habré de echar de menos. De la multitud de utensilios del aseo, solo tres suelen ser míos, a saber: maquinilla de afeitar, after shave y colonia. Me encanta que así sea, el contemplar los cajones del mueble y ver que casi todo es suyo. Entender mi sencillez, pero también, abarcar su complejidad.
Su forma de caminar y su esbelta silueta. La longitud propia de sus piernas. Su cuerpo atlético, que parece no envejecer en absoluto. Su gracia natural. Su forma de acercarse sigilosamente para decirme que me quiere. El color, mil veces descrito, profusamente azul de sus profundos ojos, como el manto celeste invisible diurno, como un misterioso secreto sin resolver, como la paz o el océano infinito, como una pradera extra terrestre que extiende sus exóticas flores hacía dos soles desconocidos.
Su nerviosismo desprovisto de calma. Su énfasis matutino. Su afán por adularme, comprenderme y mantenerme. Su seguimiento continúo y alegre a mi arte. Su aparente inocencia. Su eterna bondad. Su forma de darlo todo, de entregarme hasta el más sencillo de sus pensamientos. Nunca conocí a alguien con semejantes cualidades.
El nombre de “Elena” nunca sonara igual en mi mente. Siempre habrá una Elena y siempre será ella, porque a su lado puedo vivir plenamente, mostrándome completamente. Mis defectos son sus virtudes.
Su sexo desabrigado y sus curvas mareantes. El colorido rosado de su suave semblante. La culminación de la naturaleza en la rima de sus dos hermosos senos, consonante.
Todavía no tenía ni idea de cuan grande sería esa añoranza. Tan solo podía hacerme una idea en mi cabeza.
EN CONSTRUCCIÓN, PERDONEN LAS MOLESTIAS
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