Escribir... ¿Por que escribir?
Escribo porque soy una letra que quiere unirse a otras en una palabra y crear una frase para llegar a formar parte de una oración. Escribo porque forma parte de mí, porque me desahogo, porque libero la mente, porque alcanzo la paz, porque sin escribir dejaría de existir. Escribo para darle forma a los pensamientos, ya sean rojos, azules, anaranjados, amarillos o violetas. Escribo porque escribir para mi es, sencillamente, vivir.
Escribo porque es la única forma que tengo de hacer pie en el foso de mi piscina. Cada palabra que suelto es un litro de agua que achico. Lo mismo sucede con mi basurero, en donde las palabras son escombros, o con la piel, en donde las mismas se convierten en jirones.
Escribir para mí es una forma vital de evitar el colapso, de poder dormir con la cabeza “vacía”, de dar pasos firmes, con seguridad.
Escribo porque en ocasiones, la inspiración me visita y me pone una afilada hoz al cuello. Me empuja contra la pared, me hace tropezar y me tambalea. Me manosea, me intimida, y a la vez, me llena de misterio y pasión. La inspiración solo se marcha haciendo una cosa: escribiéndole algo que, más que consolarla, la satisfaga. De no ser así, la inspiración no se esfuma nunca.
Escribo porque no estoy muerto y quiero demostrármelo a mi mismo. Quiero definir, describir las cosas.
Escribo porque adoro ver aflorar sentimientos, esto es – sonreír, llorar, reír, odiar, amar, serenidad, júbilo, placer, satisfacción, felicidad, alegría, entusiasmo, confianza, deseo, esperanza, ilusión, cariño – algo básico para escribir y gozar con ello.
Escribo porque la literatura es música en mis oídos, al igual que en mis ojos, pintura. Quiero recordar las melodías y los oleos.
Escribir es imaginar, y la imaginación no tiene límites. Escribo porque navego en un velero de tamaño infinito que surca los mares y océanos a la deriva. Sin timón, pero con la pluma, voy y vengo a donde deseo. Ahora hay tormenta, ahora hace Sol. El velero se transforma en un barco pirata, pierde la gravedad, se eleva y fluye por el aire. Volando puedo abordar las nubes y quedarme a vivir en ellas hasta que decido desnudarme y lanzarme al viento para deslizarme por las corrientes y fundirme con el horizonte. En el horizonte hay una cascada inmensa, inconmensurable, y no dudo en chapotear en ella hasta caer suavemente por sus furiosos remolinos. ¿Y donde caigo? En mi imaginación.
Escribo porque soy un árbol que, con el transcurso del tiempo y las estaciones, va perdiendo hojas y quiere recordar sus formas y colores. Escribo porque quiero recordar, porque quiero juzgarme a mí mismo.
Escribir… escribir con firmeza, aprisionar el humo. Arrojar palabras, esquivar tumultos o fundirse con ellos. Ahuecar el alma, fortalecerla. Vivir dentro de una caracola en donde todo suena distinto. Volar con alas de papel. Caer y caer y caer en la nada, hacia el vacío de la mente. Dejar correr a los dedos, enloquecidos, sin pensar, sin pestañear. Pisar sin pisadas, sin pies ni paradas. Sudar letras, exprimir palabras, fumar oraciones. Sollozar y reír a la vez. Saltar hacia abajo. Vivir muriendo y morir viviendo.
Escribir… ¿Por qué escribir?
EN CONSTRUCCIÓN, PERDONEN LAS MOLESTIAS
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