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Día 7: HEROÍNAS (Dedicado a todas las madres del mundo)

EN CONSTRUCCIÓN, PERDONEN LAS MOLESTIAS


Tenéis que saber que existen heroínas entre nosotros. Se sientan a nuestro lado. Sonríen y hablan como las demás personas. Su apariencia es similar: andan, ríen y llevan vestidos y faldas.

El principal deseo de las heroínas es aparentar que nada hay de especial en sus vidas, que son como los demás. Suelen salir corriendo cuando salen del trabajo, porque ellas son multifacéticas y tienes otros quehaceres, mucho más importantes que cualquier trabajo.

Tenéis que saber que he conocido a una heroína este año. De inmediato supe que algo había en su forma de mirar especial. Elena es su nombre, o Helena, “Aquella que brilla como una antorcha”, “Aquella que arde o resplandece”.

La conocí sentada en su puesto de trabajo, con unos cascos negros puestos en la cabeza. Llevaba una falda vaquera azul y un top ajustado que le cubría los senos. Desde el primer momento, me sentí cautivado por su mirada: penetrante, alegre y triste a la vez, dulce y salada, candida pero compleja. Sus dos enormes ojos azules, profundos y amplios, como lagos abismales de agua cristalina, parecían querer ser algo más que una simple mirada. Aunque Elena, la heroína, no quisiera expresar nada de su interior, parecía que su mirada se había tomado la libertad de hacerlo o, al menos, de dejar entreabierta la verdadera puerta de su vida para que, quien supiera verlo, entrara en su mundo empírico.

Con su sonrisa pasaba algo parecido. Era perfecta, hermosa, pero cada uno los músculos que la conformaban parecían emitir imperceptibles señales de socorro a su alrededor, lanzadas al aire únicamente para aquellas personas que supieran captarlas. Creo que yo las capté, tal vez, no en el primer momento, porque también estaba sumido en mi mundo, en mis locuras, pero no tarde demasiado en hacerlo.

Tenéis que saber que las heroínas, cuando están a solas, lloran, y normalmente, son lágrimas abundantes, de cristal de marfil, saladas y llenas de sentimientos pasados. Supongo que es así porque sus caminos no han sido precisamente de rosas, y solo lo supongo porque yo no soy ningún héroe.

Elena, mi heroína particular, tuvo que abrir su propio camino brazada a brazada, a cada cual más bravía y dolorosa. Fue duro, ni lo imagino, pero ese sendero de dolor la ha llevado hasta aquí, hasta estas letras y palabras que ahora la escriben y la añoran.

Tenéis que comprender que las heroínas no lo son desde que nacen. Las heroínas se hacen con el tiempo, la experiencia y la madurez. Normalmente, detrás de cada heroína hay siempre una razón por la que son tan fuertes e indestructibles. Algo esencial. La base de sus poderes. En el caso de Elena, la razón no es otra que una segunda heroína, más pequeña en tamaño y a la vez más fuerte y valiente: su hija Lucia.

Lucia es la razón de todas las heroicidades de Elena. Por ella corre al salir del trabajo y se despierta cada mañana. Por ella aprieta los dientes y deja salir esas lágrimas que le vuelven los ojos más azules todavía, si a caso eso es posible. Por ella respira y come. En resumen: por ella vive en este planeta y no en otro más distante.

Heroínas. Ellas son heroínas forjadas por un pasado difícil, de hospital en hospital, superando las barreras más altas y gruesas, derribándolas y pulverizándolas en el suelo, porque nada las ha parado y ahora, a estas alturas, no existirá nada que las detenga. Lucia nació con tan solo cinco meses de vida, por cesárea. La naturaleza quiso que su corazón no latiera lo suficientemente rápido, así que su cabecita asomo al mundo antes de tiempo. La naturaleza, a veces cruel, a veces maravillosa… así es la naturaleza que define a este mundo.

Tenéis que saber que nada pudo con Lucia, la heroína más pequeña y mayor a la vez. Con muy poco peso, salió adelante, y ahora anda de puntillas como una bailarina, disfruta con Dora la exploradora, va a la guardería y duerme como un ángel. Así es Lucia, con un marcapasos guiando los latidos de su corazón: pequeña, sonriente, rubia y bella, muy bella, como su madre.

Elena, tienes que saber que eres una heroína, por todo lo vivido y por todo lo que te queda por vivir. Eres madre y niña a la vez. Eres un dulce de vino que me embriaga por las mañanas y me resucita por las noches.

Heroínas. Amazonas que completan mi vida. Mujeres que brillan en lo más profundo de mi corazón maltrecho. Ellas me dan fuerza. Ellas me transforman en un héroe.

Dedicado a todas las madres guerreras del mundo, que luchan, día a día, por sacar adelante a sus hijos e hijas.


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