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OTRA TARDE

Otra tarde en el centro comercial "Plaza Estacion" de Fuenlabrada, rodeado de reflejos, escaparates, luces y personas que van y vienen cargando paquetes de todo tipo.

Otra tarde gris en Madrid, gris nubladada de lluvia fina.

Llego, y lo primero que hago, sin dilacion, es ir a por un cafe que tomo en el coche, aparcado en el nivel 2 del Centro. La nicotina del cigarro de liar va penetrando en mi sangre y llega al cerebro. "Los Barranquillos" y sus notas musicales completan la escena con una cancion que dice: "Yo quiero ser pirata de ese barco en medio de ná".La melodia atraviesa mis timpanos y me reconforta. Canto en el coche, con alegria.

Termino mi cafe y subo al centro comercial. Saludo al vendedor de cupones, Peter, y me siento en el stand al que pertenezco. Ahora, me convierto en una mota de polvo descolorida en mitad de un mundo azulado. Soy un adorno más del centro comercial, un adorno parlante y danzante que pasa totalmente desapercivio. Llevo un pantalon de traje, una camisa blanca y una corbata roja. Veo, observo, contemplo como pasa la gente. Dos ancianos estan sentados muy cerca, en un banco de madera y metal. Descansan y miran alrededor sin mucho que hacer. Ambos llevan gafas de ver y no hablan entre ellos.Todos los dias estan aqui, como si vivieran en un ciclo que los acerca y aleja de este lugar.

La gente, inmersa en el torbellino de tiempo acelerado de la civilizacion, arrastra sus carros por los pasillos encerados. Se me antoja una manada de rinocerontes en la sabana que recorre con prisa la tierra, levantando una humareda de polvo. Carrefour, Movistar, Game, Orange, Kodak, Yves Rocher, Mango, Zara, Yoigo, Visa, Bbva, Vodafone ... letras y palabras que forman marcas representadas en lucidos carteles de colores vivos. Logos que atraen y simpatizan, que crean faslas necesidades.

Las patinadoras se deslizan de arriba a abajo. Los guardias de seguridad pasean y charlan con las cajeras. Las mujeres musulmanas dejan entrever sus rostros envueltos en pañuelos, casi todos hiyabs o shaylas . Los ancianos, encorvados por la edad y la gravedad, cruzan el Stand ataviados con boinas y trajes de franela. Muchos se apoyan en bastones de madera refinada. Las chicas jovenes abrazan y besan a sus novi@s. Las parejas maduras, casadas o no, cargan con sus hijos, los frutos de sus semillas. Las limpiadoras enguantadas tiran de los carros portando productos de limpieza, papel, escobas, fregonas y demas utensilios. Casi nunca sonrien. Nunca se detienen.

Continua este ir y venir de multitudes, sin descanso, sin paradas. La vida cambia a cada segundo, con una velocidad anodina. Van quedando idiomas que no tienen personas que los hablen, trabajos que ya no sirven, canciones que no se escuchan,casas que no se habitan , ropas que no se compran. Todo caduca, el hombre caduca, la mujer caduca, nuestra cultura caduca. Hasta el planeta tiene fecha de caducidad, asi como el Sol que lo baña, o el mismisimo Cosmos del que todo proviene.

Prosigue el contar del tiempo y el devenir de la gente, y yo, callado, ausente, hago lo que mas me gusta hacer, lo que siempre he hecho: observar y escribir; contemplar y describir; no vaya a ser que algun dia, sin aviso previo, yo tambien caduque.

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