Una ráfaga de viento se coló entre la multitud y transformó a las salchichas de a pie en longanizas voladoras. Eran dos choricillos, dos presas cilíndricas y grasientas que descansaban sobre el plato del vecino. Cuando el viento dio el latigazo, las dos butifarras saltaron en el aire y fueron a parar hasta la manga de mi abrigo, chocando contra esta y dejando difuminadas sus siluetas en forma de grasa. Dispersas, acabaron su rebelión rodando por la barra metálica, en donde se dispensaba la comida y la cerveza. El vecino y futuro dueño, pues todavía no las había pagado, quedose un tanto emocionado, mezcla de sorpresa y decepción, cara de depredador al que se le escapa el botín que le gana en carrera. En un gesto rápido, no obstante tardío, reaccionó el hambriento, giró la cara y observó la estampa, ya sin movimiento. Acto seguido, precipitose para sujetar las dos salchichas, una con la diestra y otra con la zurda, tomándolas delicadamente entre sus dedos y s...
Escribir, escribir con firmeza, aprisionar el humo. Arrojar palabras, esquivar tumultos o fundirse con ellos. Ahuecar el alma, fortalecerla. Vivir dentro de una caracola en donde todo suena distinto.